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Desde el 1 de febrero hasta primeros de abril, las fake news publicadas en España han pasado de 170 noticias diarias a 253. El aumento de las noticias falsas ha ido en paralelo con la evolución al alza de la crisis del coronavirus. Son datos de la entidad Eprensa, cuyo departamento de análisis y consultoría recoge millones de datos a través de miles de medios escritos y digitales haciendo un análisis exhaustivo para extraer la información más relevante.

La preocupación sobre las noticias falsas es creciente, especialmente por su relación con la pandemia. En este sentido, 6 de cada 10 noticias identificadas como falsas tienen relación con el COVID-19. La preocupación sobre la veracidad de las informaciones que se publican alcanza a la propia Organización Mundial de la Salud (OMS) que ha encargado a un equipo de investigadores de una universidad austriaca que desmienta las teorías de la conspiración y las fake news sobre el nuevo coronavirus (2019-nCoV).

Estas noticias falsas suelen incluir contenido tendencioso y sesgado, que es publicado a través de medios de comunicación masivos, ya sean prensa, radio, televisión o redes sociales. Los expertos coinciden en que este fomento de la desinformación no siempre tiene detrás una intención maliciosa, pero sí suele redundar generalmente en un interés de «manipular la opinión pública respecto a asuntos de carácter político, institucional, corporativo o personal».

Según un estudio de la OBS Business School, muchas fake news pueden ser fácilmente identificadas. Sus titulares contienen mucha información en el título (incluyendo habitualmente el uso de nombres propios), utilizan un contenido más simple y repetitivo en el cuerpo del texto (parecen más persuasivos), y «son más similares a la sátira que a las noticias reales».

WhatsApp ha decidido limitar el número de reenvios para tratar de frenar que los bulos se hagan virales.

CASOS CONCRETOS

En la actual situación de crisis sanitaria, han proliferado muchas fake news sobre supuestos videos de morgues de hospitales españoles que en realidad eran de Ecuador, falsas declaraciones de líderes o engañosos consejos sobre cómo afrontar la enfermedad. Tampoco han faltado numerosas teorías sobre el origen de la enfermedad.

La citada escuela de negocios cifra en un 8 por ciento la población adulta que» está dispuesta a creer cualquier cosa que parezca plausible y que se ajuste a sus preconcepciones”. Y sólo un 48 por ciento de la población confía en la rigurosidad de los medios de comunicación tradicionales.

El consumo de noticias a través de Internet en el nuevo ecosistema informativo en España se da, en un 51 por ciento de la población, en repetidas ocasiones o al menos una vez al día. Aunque lo anterior no significa necesariamente que sepan discernir entre noticias verdaderas y falsas.

REDES SOCIALES

En este contexto, las redes sociales se convierten en un caldo de cultivo idóneo para la viralización de las noticias falsas y la desinformación. Los expertos citados por OBS Business School estiman que entre el 9 y el 15 por ciento de las cuentas de Twitter son perfiles falsos.Desde el 18 de marzo, Twitter ha eliminado más de 1.100 mensajes con contenido engañoso y potencialmente dañino y sus sistemas automatizados han «desafiado» más de 1,5 millones de cuentas en todo el mundo dirigidas a discusiones sobre COVID-19 con «comportamientos de manipulación o spam» para comprobar si su nivel sospechoso de actividad revela la existencia de una cuenta falsa que puede ser bloqueada, explican fuentes de la compañía.

Por su parte, la plataforma Facebook cuenta con un estimado de 60 millones de bots, robots que multiplican los mensajes falsos. Con todo, estudios recientes han determinado que es la acción humana la principal causante de la difusión de noticias falsas.

Ante esta situación, la recomendación de Eprensa es confiar en los medios de comunicación que ofrecen informaciones de fuentes fiables, contrastadas con datos procedentes de organismos oficiales y evitar compartir noticias dudosas.

«EN SÍ, NO ES DELITO»

«El bulo, en términos generales, no es delito», explica la fiscal de Sala coordinadora en materia de criminalidad informática, Elvira Tejada, que insiste en que habría que examinar cada caso concreto y sus consecuencias para comprobar si tiene encaje en el Código Penal.

Tejada subraya que «no se puede sancionar como delito una cosa que no está tipificada», por lo que hay que analizar si el bulo podría derivar en un delito de odio, una injuria o una calumnia, por ejemplo.

Consciente de esta dificultad, el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, planteó ayer la necesidad de revisar los instrumentos legales con los que se cuenta para impedir los bulos «o al menos para no se vayan de rositas los que contaminan la opinión pública de manera grosera y sin justificación ninguna».


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